No sabes perdonar

No sabes perdonar

Decía Martin Luther King que si no sabes perdonar, no sabes amar. Y qué razón tenía.Crees que sabes perdonar pero te aseguro que no. Sigue leyendo y déjame que te lo explique mejor.

En el momento en que alguien te pide perdón o eres tú el que lo pide, es consecuencia de que alguno de los dos ha emitido un juicio sobre lo que el otro ha dicho o ha hecho. Alguien ha decidido que un acto o expresión tuya es negativa y ha hecho daño. En el caso de que seas tú el que decides perdonar, has sido tú el que ha decidido que el otro ha hecho algo negativo hacia ti. Le has enjuiciado. Y como todo juicio tiene castigo, seguramente hayas decidido castigarle retirándole la palabra, alejándote de esa persona, negándole ayuda o incluso provocarle algún daño. Si te pide perdón, pueden pasar dos cosas, que se lo niegues, con lo que sigues juzgándole por su comportamiento, o que se lo concedas. Y como juez decides eliminar el castigo que le habías impartido al que crees que te ha ofendido. Y ahí todos creemos que somos buenos porque pensamos que perdonando a los demás somos buenas personas y mejores que aquellos a los que perdonamos. ¡No puedes estar más equivocado!

Eso que creemos que es perdonar es sólo una consecuencia del miedo. Miedo a que nos hagan daño. Miedo a sufrir como consecuencia de los actos o palabras de los demás. ¿De verdad crees que los demás tienen ese poder sobre ti?

El verdadero perdón nace del amor. El verdadero perdón no es otra cosa que cambiar nuestro error de percepción sobre los actos o palabras de los demás. Es trascender nuestra percepción para ver lo real. Y lo real no tiene nada que ver con lo que genera el miedo. Cuando vemos a los demás a través de los ojos del miedo es cuando creemos que nos pueden hacer daño. Es como si dijeras que el océano son sólo las olas. Las olas es la superficie, el océano es todo lo que hay debajo. Lo mismo ocurre con las personas. Sus palabas o comportamientos son sólo la superficie. Para verlas por completo, hay que mirar dentro. Pero mirarlas sin emitir juicios. Eso es amar. Si trasciendes la superficie, te darás cuenta de que lo que considerabas una ofensa era sólo un error de percepción sobre la otra persona. Sólo en ese momento habrás perdonado de verdad porque sabrás que no hay nada que perdonar.

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